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Un día de Otoño
Suspiré, al pensar en todo lo que había hecho, en todo lo que había pasado. Mirando las hojas secas en el parque y escuchando el sonido que se provoca mientras uno pasa encima de ellas por el camino. Hacía mucho frío. Me escondía lo más que podía en mi bufanda, roja por cierto. Observaba los arboles desnudos y el viento a toda prisa, como buscando algo. Sentí nostalgia, ¿Qué sabría yo de lo que se debiera hacer o no?. Sentí una inmensa profundidad, hueco y pareciese que el abrigo no bastaba, el frío había penetrado mi cuerpo. Sentía ansiedad hacia el hecho, una inmensidad de cosas y dolor por sobre todo…dolor.
Sentía que debía hacer algo, no se debían dejar las cosas como estaban, ella debía saber, debía correr y contarle. Pero la duda abarcaba mis emociones, las hacía inútiles y pequeñas. Sabía ocultar muy bien mis emociones, siempre supe, nunca deje que interfirieran con mi vida… con mi organizada vida… seria vida…aburrida… si, aburrida y triste en varios realmente…pero nunca lo pensé así. No era la forma, nunca la fue… pero ¿Qué puedo yo hacer ahora?, nada me sirvió en ese ámbito, no creo poder… ¿y si no se pudiera? ¿y si no hubiera una segunda vez? ¿Estoy preparado a… perderla de esa manera?. De repente me di cuenta que lo que le daba deleite a mis pensamientos era recordarla, sentirla otra vez. Paré, sentí que por fin sabía lo que debía hacer… y decir. Respiré hondo miré el cielo y sonreí. No podía esperar más, tenía que verla, correr…. y decirle. Empece a correr, se me era difícil, no había planeado correr, no llevaba ni la ropa ni los zapatos adecuados y el frío no ayudaba. Tantas cosas…tantas cosas que quiero decirle, pero tan poco tiempo. Me comenzaba a sofocar el clima, pero mi pensamiento jamás fue detenerme, jamás rendirme. Pensaba en lo que le diría, como se lo explicaría. El viento me pegaba cada vez más en mi cara. De repente mi bufanda se me desprendió y voló hacia atrás, traté de sujetarla pero no pude, de repente creí recordar a mama, diciendo, " Amárrate bien esa bufanda, se te caerá, deberás devolverte a buscarla". Mientras corría notaba que algunas personas me miraban feo, (especialmente con las que chocaba), pero no tenía tiempo para parar…debía llegar.
Me acercaba al lugar, sentía mi corazón latir más fuerte y mis pies cansados, paré, sofocado, sabía que ya estaba en el lugar… "Aeropuerto SAN LEONIDAS" leí. Bajé la mirada y ahí estaba ella, sola en sus pensamientos entre las maletas. Con lo poco que me quedaba de fuerzas caminé hacia ella, no apartaba mi mirada de su persona, era ella…era Sofía…al fin.
Me acerqué, no tuve que hablar inicialmente, ella notó mi figura ha su lado completamente sofocado, me miró, su mirada era la de siempre. La abracé, me aparté y dije que lo sentía… que debí haber comprendido antes. Callé, aguardaba que diría pero en su mirada solo había dolor…resignación.
Debí saberlo, ya no era como antes, todo había cambiado y ninguna aparición, antiguamente hecha, cambiaría… años…años de engaño.
No dijo nada, ya no debía hacerlo, su mirada lo decía todo, era un a dios, un a dios definitivo… y no quedaba más. En esa escena, repetida en un momento de nuestro pasado, en esa triste escena ella tomó sus maletas y tomó rumbo…alguien la esperaba.
Yo, ahí me vi, pensando solitariamente y di una mirada en alto y pensé " bueno, nunca me resultaron los impulsos…además… debo ir a buscar la bufanda". Historia enviada por: Karen B. Urrejola Corales (Gracias por tu colaboración).
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